Ni escapar de una posible “copa de amargura”. Ni buscar “el puesto a la derecha o a la izquierda”.
Estar disponible para el mayor servicio. Como el Hijo del Hombre está dispuesto a dar la vida. Esto implica confianza en el Padre, para morir a sí mismo y entregarse en oblatividad, en ofrecimiento de sí mismo a Dios y a los hermanos.
En concreto: ofrecerse a ir donde más me necesitan, con ánimo para “beber la copa” que toque y despreocupado del honor o el deshonor que eso implica.
(Limone, 7 de marzo 2007)
miércoles, 6 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario